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Votaciones de los Premios Goya: ¿Son justas? | Análisis

Cada varios meses, normalmente coincidiendo con la elección de nuestra representante a los Oscars de la Academia norteamericana, o tras la gala de los Premios Goya (u otros premios de cine, televisión o cultura en general), se aviva un debate sobre la “justicia” de dichos galardones y de las votaciones que los deciden. ¿Podemos afirmar que las votaciones a los Premios Goya1 y otros premios culturales sean justas?
Para responder a esta duda que nos carcome cada año, Javier Zurro ha analizado algunas de las posibles causas para ElDiario.Es2. Sin embargo, desde mi punto de vista le queda en el tintero analizar el sistema electoral de los Premios Goya (u otros premios), ya que únicamente menciona el cuerpo de electores. Para abordar la pregunta original, y tratar de responder a si son justas las votaciones de los Premios Goya, hay que mirar en primer lugar si consideramos justo el resultado –del que podemos cuestionar los Premios en conjunto–, y si nos parece justo el proceso –y en ambos asuntos el proceso electoral es clave.

Respecto al resultado, ¿Son justas nominadas y ganadoras las películas de los Premios Goya y las personas que las hacen? Mi opinión, puesto que es un asunto muy subjetivo, es que sí: que tanto las ganadoras como las nominadas merecen el reconocimiento. Sin embargo, si lo cuestionamos en negativo (¿merecería alguna película no nominada o no ganadora serlo?), mi respuesta es que sí, que muchos años muchas grandes películas y profesionales se quedan sin un justo reconocimiento. Sin embargo, este es el equilibrio sobre el que se construyen los premios: si se otorgan demasiados premios, éstos pierden poder prescriptivo al diluirse. Lo mismo ocurre con las nominaciones: hemos aceptado aumentar el número de nominadas de varias categorías a 5 (y los Oscars a 10 para Mejor Película), para tratar de reflejar una diversidad y calidad cada vez mayor, pero ¿aceptaríamos aumentar más este número? ¿Aceptaríamos 2os y 3os premios como en las competiciones deportivas o casi es mejor no saber el orden de elección del resto de nominadas? Personalmente creo que sólo en la categoría de mejor película nos podríamos permitir alguna nominación más sin diluir excesivamente las mismas.

Respecto al proceso, sí que creo que es mejorable, y que deberá seguir mejorándose conforme la realidad vaya cambiando o vayamos encontrando situaciones mejorables. Primero entendamos como funciona el mismo:

El cuerpo de electores, esto es, quién decide los premios, lo ha explicado bastante bien Zurro en su artículo: los propios miembros de la Academia, ponderados entre miembros de su rama (Dirección, Producción, Maquillaje y Peluquería, Fotografía, etc) y el conjunto, votan tanto a las nominadas (1a vuelta) como a las ganadoras (2a vuelta).

El cuerpo de candidatas, sin embargo, no se limita a las películas de las Académicas, sino que cualquier largometraje que haya sido estrenado en salas de cine durante el año en anterior, permaneciendo un mínimo de días en cartel, o bien cualquier cortometraje que haya conseguido un mínimo de selecciones o premios en un listado de Festivales acordado por la Academia, puede ser candidato a los Premios Goya.

Algunas categorías tienen filtros adicionales, como la de Mejor Documental que cuenta con un comité de selección que elige los 15 largos documentales que podrán ser nominados a los Premios Goya por los miembros de la Academia, en principio en base a criterios como la taquilla, la repercusión cultural, las selecciones o premios en festivales internacionales, etc.

Y finalmente, el sistema de elección es una doble vuelta (nominaciones y Premios), en la que las más votadas son las ganadoras. En la primera vuelta, los Académicos elegimos tantas candidatas como nominaciones hay en cada categoría. Las 3, 4 ó 5 (dependiendo de la categoría) candidatas más votadas pasan a la siguiente vuelta (son “nominadas”), sin publicitar cuantos votos ha recibido cada candidata. En la 2a ronda, elegimos la que deseamos que gane, y la que acumula más votos es la proclamada ganadora. Eso no quiere decir que la ganadora haya sido por mayoría absoluta (la mitad +1 de los votos emitidos), simplemente que es la que más votos ha conseguido, aunque su ventaja fuera únicamente de 1 voto. Podría ser que la ganadora obtuviera 67 votos (un 35,1% de los 191 votos emitidos en este ejemplo), la 2a 66 (34,6%), la 3a 43 (22,5%) y la 4a 15 (7,9%). Esto es el equivalente, tan solicitado por algunos políticos de que gobierne la lista más votada –petición que nada sorprendentemente realizan únicamente cuando quedan en primera posición.

¿Existen otros sistemas a mi juicio más justos? Sí, por ejemplo el usado en los Premios Forqué. Los Forqué son los premios de EGEDA, la entidad de gestión de derechos de las empresas productoras. Las candidatas son algo más reducidas, y el cuerpo de electores es el de las entidades socias de EGEDA: esto es, las compañías productoras con producciones registradas en la misma.
Sin embargo, el sistema de elección sí cambia, puesto que se realiza por orden de preferencia. Esto significa que cambiamos la cantidad de votos emitidos así como la manera de emitirlos. En la primera ronda elegimos 3-5 candidatas (pudiendo votar en blanco, por cierto) que ordenamos según nuestra preferencia. A la hora de recontar los votos, se empieza contando los votos emitidos a la primera opción y se ordena de más votos a menos votos recibidos. Obviamente esto es mucho más fácil gracias a la tecnología, pero no es tan laborioso como parece. La 1a opción que menos votos ha recibido será descartada, y esas papeletas pasarán a sumar sus votos en su segunda opción. Esto puede provocar cambios en esa lista ordinal de candidatas, claro está. Ahora hay que repetir el paso de descartar la menos votada y sumar sus votos de la siguiente preferencia, y hay que repetirlo tantas veces como candidatas necesitemos descartar hasta llegar a las elegidas para la siguiente ronda. Esto es, nos quedaremos con las 3-5 más votadas en la primera ronda y con la más votada en la segunda ronda.
Este sistema nos permite elegir la candidatura que queremos que gane, y también las que quisiéramos como 2a, 3a, 4a o 5a opción, y por tanto nos da ganadores de más consenso. Si una opción es mayoritaria (recibe más de la mitad de votos), entonces será la ganadora tanto en un sistema como en el otro. Pero si la que más votos recibe como 1a opción tiene, por ejemplo, un 30% de los votos, podría no resultar ganadora. Pongamos que la 2a en votos como 1a opción ha recibido un 24% de los mismos, pero ha sido elegida como 2a opción por el resto de papeletas (un 76%), entonces ésta iría ganando posiciones y ventaja ronda de recuento a ronda de recuento, y sería proclamada ganadora, una ganadora de más consenso que la opción que acumulaba el 30% inicial. No me extiendo más con el ejemplo porque implicaría detallar más las cifras y creo que es excesivo.

Entonces, ¿por qué no se usa más el sistema preferencial? Pues encontraríamos multitud de razones diferentes dependiendo de la entidad que realice la votación, incluyendo falta de recursos (técnicos, humanos, económicos, etc.), pero a mí el que me parece más relevante, especialmente si nos referimos al campo de la política más que al de los premios artísticos, es el de la barrera a la participación. Los sistemas de voto más complejos –como el preferencial, o el de listas abiertas (que usamos para nuestro Senado)– requieren más información (tanto sobre el sistema como sobre las candidaturas) y por tanto desincentivan la participación si no se compensa adecuadamente. Diciéndolo más llanamente: si ya tenemos participaciones bajas en la mayoría de procesos electorales, esto podría bajarla todavía más y por tanto tengo dudas que fuera adecuado en estos momentos para las elecciones que usan el sistema de lista cerrada3 a diferentes niveles (legislativas europeas, generales o autonómicas, municipales, etc.).
Sin embargo, en el caso de los Premios Goya, considero que las electoras disponemos de suficiente información de las candidaturas y que las dificultades técnicas ya hace años que se han solventado (véase los Forqué) como para adoptar un sistema preferencial que legitime todavía más los resultados, porque todas las nominadas a los Premios Goya me han parecido peliculones, y sólo puedo felicitar a todas las compañeras por el currazo estrenado en 2022.

En conclusión, como todo proceso participativo, las votaciones de los Premios Goya deben equilibrar el incentivo a la participación (p.ej. ¿deberíamos poder asistir a la gala si no hemos ejercido el voto?), con la legitimidad del voto emitido (¿hay quórum o cantidad mínima de votos emitidos para legitimar el resultado?), y del resultado (¿y si la seleccionada a los Oscars no se lleva ningún Goya?).
Mi postura es que la Academia deberíamos aumentar los incentivos al voto en los Premios Goya para aumentar la participación, y a la vez introducir un sistema que considero más justo como es el preferencial para que este 2023 y los años venideros volvamos a promocionar un cine tan bueno, divertido, emotivo o interesante como 2022.

Referencias

  1. Listado de nominadas y ganadoras de los Premios Goya.
  2. Claves de la derrota de Alcarràs frente a As Bestas” por Javier Zurro en ElDiario.Es
  3. “Listas cerradas” en Wikipedia.